top of page

Déjalo ir (2)

  • 7 oct
  • 4 Min. de lectura

Segundo capítulo de la serie sobre el miedo en el deporte


La competencia puede ser un verdadero dolor de muelas, "duele". Y no sólo porque llevas tus habilidades físicas al máximo, o porque tengas que esforzarte en descifrar y transformar los problemas de competencia en soluciones, es decir, duele todo, el cuerpo y la mente, las emociones también. Y seguro conoces, o a ti también te ha pasado que logras disfrutar ese dolor; que terminas tu sesión de competición y sientes también satisfacción, pese al dolor.


Y seguramente, hay días en que el dolor puede más, y que la sensación final no es la que esperabas. Y por más que quieras, tienes ese malestar de haber hecho las cosas mal, ese dolor en el cuerpo es un poco más profundo, más agudo. Este es el momento de saber que el miedo te ha ganado. El miedo es un rival duro, porque hace sentir un malestar corporal, mental, te abruma.

Ese mismo miedo, además, puede convertirse en un factor motivante.


ree

El tema con el miedo es que toca fibras sensibles de nuestro ser, de nuestra experiencia como seres humanos, como personas con un pasado, con experiencias de vida que nos han acompañado a lo largo del tiempo. El miedo nos ha hecho compañía desde muy tempranos momentos en nuestra vida. Hablemos un poco más del miedo desde una perspectiva neuropsicológica. No te preocupes, se trata sólo de comprender por qué surge.

Cuando una persona siente miedo puede alejarse de la situación para dejar de sentirlo, para no sentirse amenazada. El miedo en este sentido, funciona como una defensa protectora que intentará eliminar toda posibilidad de que nos hagamos daño

Una parte de nuestro cerebro, habrás escuchado seguramente, es bastante primitivo, es decir, responde como si aún estuviéramos en tiempos muy muy lejanos. Esta parte del cerebro activa ciertas funciones como la de mandar una alerta frente a un peligro. Así surge el miedo, que es una respuesta ante lo que el cerebro interpreta como una amenaza.


La competencia, un reto, un cambio, una situación desconocida, una adversidad, puede interpretarse como eso, como una amenaza. Es cuando nuestro cerebro activa las defensas y una de ellas es el miedo. Porque si lo piensas un momento, el miedo te defiende de la incomodidad, de lo nuevo, de lo que no sabemos hacer, de lo que nos parece imposible o de lo que hemos aprendido que no es nuestra mejor habilidad.


Cuando una persona siente miedo puede alejarse de la situación para dejar de sentirlo, para no sentirse amenazada. El miedo en este sentido, funciona como una defensa protectora que intentará eliminar toda posibilidad de que nos hagamos daño físico, emocional, cualquier tipo de daño o, al menos, lo que la mente primitiva considera que puede hacernos daño. Pero...


¿Y si el miedo fuese también un factor motivante? ¿Y si el miedo, al aceptarlo, nos pusiera en otro camino, en otro lugar para enfrentar esa adversidad? Reflexionemos. Piensa en una situación que te haya causado miedo y cómo, o bien la evitaste, o intentaste a toda costa no sentir miedo y terminaste por excederte, hacer de más, y el resultado fue el mismo, lamentable.


ree

Una breve historia de adversidad

Comienzas un torneo diferente, uno nuevo, uno en el que nunca has estado, nuevos rivales, quizá un mejor nivel de competencia. O bien, compitiendo te enfrentas a una situación nueva, algo que demanda en ti una respuesta que no sueles dar. ¿Puedo hacerlo? ¿Tengo la capacidad si nunca lo he entrenado? ¿Podré?


(Por supuesto que el trabajo constante y el entrenamiento son esenciales para superar estas situaciones, pero la parte mental y emocional también –a esta me referiré)


La respuesta que des a esas preguntas supondrá que tu mente dirija de una u otra forma las siguientes respuestas y acciones de tu cuerpo, pensamientos y emociones. "Sí puedo, sí puedo, sí puedo" exceso de positividad tan recurrente en estos días. Te pasará factura cuando quizá no puedas, cuando la realidad te dé en el rostro, porque, lector, lectora, no podrás en algún momento.


Otra respuesta, "No, no puedo, no sé qué hacer, no podré". El miedo te defiende y te quedarás en la situación que conoces para no enfrentarte al reto que tienes delante. Y no puedes, porque tu cerebro escucha fuerte y claro y te hace fallar.


Otra posibilidad. "Efectivamente, fallaré, aprenderé de esta situación para poder superarla". Tu mente, después de entrenarla a este tipo de respuestas, se sentirá relajada, porque le has quitado la presión, la amenaza, pues sabe, ahora, que fallarás, que no hay nada más que hacer, pero que tampoco morirás, ni te hará daño, sino que aprenderás y, con el tiempo y trabajo, sabrás cómo lidiar con esa situación. Entonces, con la mente relajada incluso es posible que lo logres, porque cerca del 95% de los miedos que las personas tienen diariamente, sin falsos, es decir, no representan una verdadera amenaza y, además, tienes las habilidades para responder, pero el miedo las bloquea.


El miedo es una respuesta a una amenaza; usualmente, una respuesta aprendida. Lo primero, dejar ir esa idea de que podrás, de que lo harás perfecto. Segundo, dejar ir la idea de que la adversidad es dañina; es molesta, incómoda, te expone, pero nada más. La adversidad deportiva y de alto rendimiento es una oportunidad.


Dejar ir, es, casi siempre, un ejercicio mental en contra de tus creaciones mentales, de tus fantasías que te han servido en el pasado, pero que te limitan en tu presente. Dejar ir es renunciar, y eso es doloroso, pero no te hará daño.



¿TE CUESTA DEJAR IR?

  • NO


En el tercer episodio nos centraremos en la idea de cómo dejar ir cuesta tanto porque nos provoca una sensación de cambio, de incertidumbre, de no certeza. Mientras que también nos posibilita una liberación para la cual también hay que prepararse. Nos leemos pronto.





 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page